Adarve..., n.º 1 (2006) Pág. 45
Raúl LÓPEZ REDONDO
través de una maroma: el vértigo que acompaña al efecto estético debe verse en esta paradójica conexión (Trías, 1982: 17). Esa sensación de estar a punto de contemplar una revelación sucede continuamente en los poemas (en Paddy, Uso, Memphis Tn). Finalmente lo fatal ocurre o no, irrumpe con terrible violencia o simplemente pasa desapercibido, se deshace cotidiano, insignificante.
Al igual que los poetas de la nueva sentimentalidad pedían una nueva forma de sentir y de escribir para unos tiempos renovados, los poemas de García Casado reclaman un lector nuevo. Su poesía, construida a base de percepciones, se convierte en secuencias cinematográficas, en imágenes pictóricas, eminentemente empíricas. Nos recuerda al cubismo, por su cuadro descarnado de ornamentos, resumido en la esencia, mostrando diversos planos superpuestos, pero siempre desde un ángulo distinto; perspectivismo, poliedria. El punto de vista aparece como una máxima de creación poética; cubismo, sí, algo siniestro, que va practicando cortes quirúrgicos, en sección, de las personas y situaciones; cada plano se parece al anterior, pero cambia de colocación o de matiz, aunque cercano a la repetición; el siguiente corte está más alejado aún de la figura. Las informaciones se suceden y superponen unas a otras hasta componerla. El dibujo completo suele aparecer al final del todo, con un elemento esencial que, hasta ese momento, se nos ocultaba, aunque notábamos la sugestión de su presencia que, casi, podíamos adivinar, que el poeta en su mesa de trucos intentaba escamotearnos, como el trilero esconde el garbanzo bajo los cubitos o como si su intento tuviera una pretensión, la de preservarnos, mantenernos a salvo; con lo cual despierta aún más nuestro interés.
Si lo esencial en poesía es la búsqueda y creación de la belleza, García Casado se sitúa en un concepto de belleza rilkeano, el comienzo de lo terrible que todavía podemos soportar, siendo el poema ese remedio que logra su efecto terapéutico y catárquico a través de su mentira artística. Porque cualquier modo de realismo no deja de ser otra manera de interpretar la realidad. Siempre hay arti-ficio, siempre existe la elección de un tema en vez de otro, un punto de vista en lugar de uno diferente, una palabra en el puesto de otra, una forma de colocarlas en un orden determinado; realismo que siempre es una versión de la realidad, una de entre todas las versiones y mundos posibles.
(Continúa en la página 46)