Adarve..., n.º 1 (2006) Pág. 42
Raúl LÓPEZ REDONDO
flores. La intertextualidad de las flores de plástico y cirios eléctricos de Hierro cruza Nueva York hasta Las Vegas para atravesar Gijón y recalar definitivamente en Granada.
Dos réquiem. Dos crónicas casi periodísticas. Dos reportajes. Más el de García Casado. El réquiem de Hierro (1992: 26-28) es el primero: Manuel del Río, natural / de España, ha fallecido el sábado / 11 de mayo, a consecuencia / de un accidente. Su cadáver / está tendido en DAgostino / Funeral Home. Haskell. New Jersey. / Se dirá una misa cantada / a las 9.30, en St. Francis. Esta telegráfica exposición de datos es retomada por García Casado. Luego Hierro se explaya más, coge una noticia de un periódico y construye a su alrededor la peripecia de su muerte: Es una historia que comienza / con sol y piedra, y que termina / sobre una mesa, en DAgostino, / con flores y cirios eléctricos; la muerte de un español, otrora súbdito del Imperio en que el sol no se ponía, aquel donde Cuando caía un español / se mutilaba el universo. Hierro hace un recorrido de contraste cotidiano entre los evangelios, el Barroco y la sórdida realidad actual,
(funeral de segunda, caja
que huele a abetos del invierno),
cuarenta dolares. Y han puesto
unas flores artificiales
entre las otras que arrancaron
al jardín... Libera me Domine
de morte aeternam... Cuando mueran
James o Jacob verán las flores
que pagaron Giulio o Manuel...
con el obstinato en la música del Dies irae hacia un Lo doloroso no es morir / Dies illa acá o allá; / sino sin gloria...; y al final, a modo de resumen, incluye en el poema al yo poético y al sujeto lírico, juntos en el yo autor: Me he limitado / a reflejar aquí una esquela / de un periódico de New York. / Objetivamente, sin vuelo / en el verso. Objetivamente. Y el remate: No he dicho a nadie / que estuve a punto de llorar. La precocidad de Hierro en el reportaje incluye elementos que nos facilitan el acercamiento al protagonista o a su situación, el, llamémosle, itinerario de la peripecia, la genealogía del personaje. García Casado lo descarna de yoes personales, aunque utilice el recurso metaliterario de nombrarse a sí mismo, en primera persona: una sonrisa, ésta es Laura, qué tal, yo soy Pablo; a continuación, lo despoja de la
(Continúa en la página 43)