Adarve..., n.º 1 (2006) Pág. 39
Raúl LÓPEZ REDONDO
este lado, ¿quieres que juguemos?, ¿te gusta?, quieto, quieto, así, así.
La conclusión es que perfectamente ha podido ser una escena cotidiana y trivial en la que únicamente una mente ociosa y perversa es capaz de leer otros mensajes. De hecho, ningún contenido es explícito. Sin embargo la mera lectura en voz alta con la vivificación justa, sin necesidad de dramatizar o exagerar nada, nos deja una sensación sombría. Y un hipnótico y constante paddy, llamando constantemente al niño por su nombre, cosa que con esa frecuencia sólo hacen aquellas personas que no le conocen y quieren ganar su confianza, se quieren adueñar en la memoria de él, de su nombre. Paddy, diminutivo, mote, nombre familiar o cariñoso, de osito de peluche, de un menor muy menor o un adulto disminuido, empleado por alguien que no es su familia, que son extraños y que le están filmando y en un momento dado le ordenan: quieto quieto no te muevas. ¿Para qué? Para grabarle y que salgan las imágenes bien, para tener un recuerdo familiar en vídeo y que no salgan las imágenes movidas. ¿Seguro?, ¿sólo es eso?, ¿no estaban en un columpio?
Lo aterrador es que en ningún momento Paddy puede hablar, no escuchamos sus palabras, es como la estatua de Leopoldo Panero, cubierta por una tela y amordazada antes del acto de inauguración, al día siguiente, en la película El desencanto: asistimos a la diversa declaración de un tribunal, su familia, su esposa e hijos, pero la estatua permanece muda. Paddy no puede hablar, no escuchamos sus palabras (o tal vez sí, aunque in absentia: De Lincoln, Nebraska; acaso haya más niños en esa casa de otras ciudades, de otros estados; acaso desconocemos qué imágenes se están grabando, con qué propósitos, cuál es la realidad de ese aquí frente al allí de la casa de Paddy; la casa del mapa de América: casa con flores, jardín, dos perros y mamá diciendo adiós de Travelling). Es su ausencia, la que nuestra mente tiende a completar, a proteger; un paso más sospechoso aún: a denunciar. Probablemente todo ha sido una aprensión, un exceso de celo, una fantasía en la que la imaginación nos ha jugado una mala pasada.
MEMPHIS, TN
Una estación, un tren que llega, reminiscencias de lugar deshumanizado, frío, maquinal, música para aeropuertos de Brian Eno, personas que suben y bajan de los trenes, red ferroviaria y sus conexiones, expreso, sin paradas, efectuará su entrada, tiene parada en todas las estaciones... y, de pronto, 7:12
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