Adarve..., n.º 1 (2006)                                                                                                                              Pág. 95

Carmen CONTI JIMÉNEZ

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obtuve a partir de este procedimiento fue un sorprendente e interesante resultado para el tratamiento del espacio: el empleo no meditado de los colores puros y de las líneas creaba una sintaxis del cuadro, una lógica interna que sólo se explicaba a sí misma y por sí misma. No había planteamientos previos cuando me enfrentaba al espacio en blanco, sino que la mano se movía sin voluntad aparente, guiada tan sólo por las necesidades que imponía paso a paso el espacio nuevo que iba resultando.

      Esta forma de crear, sin plan previo y haciendo que fuera la forma recién nacida la que determinase el sino del conjunto o de la siguiente forma, ha condicionado mi quehacer en todas las obritas con pinturas al agua, como las acuarelas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

      El sistema de creación post-reflexiva (la reflexión sucede siempre a la última línea trazada) la adquirí en la decoración cerámica. Las piezas de barro ofrecen superficies tridimensionales, con volumen. En cerámica, la decoración mediante óxidos es muy similar a la empleada sobre papel en las pinturas al agua: lo que se pinta queda pintado sin remedio, y el decorador tiene, pues, dos terribles opciones; o bien traza un plan previo, o bien asume el riesgo de “dejarse llevar”. En el caso de las piezas de barro, me aburrí relativamente pronto de utilizar un plan previo para la decoración de la superficie, de modo que apliqué (al principio sin éxito) un modo de decorar post-reflexivo.

(Continúa en la página 96)