Adarve..., n.º 1 (2006)                                                                                                                               Pág. 63

Claudio del MORAL

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Calavera de tinta para un cálamo

que íntima rapsodia deletrea,

ojo de ciego a sol que lo traspasa,

haces de mí la vez de tu caída.

 

Hoguera me darás, y sepultura.

 

                 (Hoja derecha)

 

Brocal de pozo en que desala un cuervo,

cuenco de sed que en manos de intemperie

aguarda a su alfarero, te despido

a la entrada de abismo que desciendes.

 

Colonos, lágrimas que dan ceniza,

alambre que equilibra luz y lluvia,

mis ojos poblarán tu lejanía.

 

Adonde vas hay nieve en un costado,

latido de la Ausencia para siempre,

un luto mutilado por la oruga

en hoja seca de árbol que no muere.

 

Verás los muertos, sí, la anatomía,

boca sin dientes de un Idiota al cielo,

del cuerpo que desmiembra el sol de un día.

 

Y el universo es voz de un insepulto,

tus armas rotas que no hereda el hombre.

 

 

LA TUMBA o Zarandaja final para un primo humanista

 

Sello que lacra las Tablas del Destino,

cubilete en que saltan los dados del perder,

 

silbo de espectro hurgando en un osario,

el jaque de una Muerte que juega al ajedrez,

 

clavo que entra en las rayas de una mano,

soy un naipe de piedra que apuesta su erosión.

 

Déjame aquí, para que en ti me lleves.