Adarve..., n.º 1 (2006) Pág. 84
Ramón SANZ
Todos los días
Olvidaría todos los días de su vida
por el exacto peso de la luz
de esta mañana de septiembre. Cierto
es que a él se le para el pulso
cuando la mira, aunque también es cierto
que ella respira todo el aire
para que nadie diga nada ni hable nadie de amor.
Él tiende por el cielo su nombre como un arco
de pájaros errantes en un vuelo sin término
esperando que ella dispare, hacia el olvido,
sus amorosas flechas: su costumbre
de mirar a otro lado cuando caen los pájaros.
Y es que sólo hay un modo de nombrar ese vértigo
que se amontona con un ruido de alas rotas
bajo ese cielo en el que sólo ella
no entiende la precisión de la muerte.