Adarve..., n.º 1 (2006)                                                                                                                              Pág. 77

Cuando la vida no suena como un tango

Gracia MORALES ORTIZ

(Universidad de Jaén)

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      Los poemas de Milena Rodríguez publicados en este primer número de la revista Adarve nos ofrecen una valiosa muestra de su voz creadora, la cual se enmarca en una corriente concreta de poesía escrita por mujeres. Nos parece que este tipo de discurso poético (femenino y, en ocasiones, también feminista) propone una mirada inédita y necesaria sobre la mujer, al colocarse ésta como sujeto del discurso y no como simple objeto; hay que decir que, en la mayoría de estas escritoras, al otorgar a la mujer una voz propia y cambiar así el enfoque tradicional sobre la realidad, se genera una desmitificación más o menos violenta de importantes tópicos establecidos por una ideología dominantemente masculina.

      Estos cinco textos a los que nos enfrentamos pertenecen a los dos libros de Milena Rodríguez que han visto la luz hasta el momento, El pan nuestro de cada día (1998), que obtuvo el Premio de Poesía García Lorca, y Alicia en el país de lo ya visto (2001). Además de ellos, Milena Rodríguez ha publicado varios cuadernos de poesía (El resto es silencio [1999], Saliendo de la noche (2001) y Preguntas desde el otro lado de la cocina [2005]) y ha colaborado en un buen número de revistas y libros colectivos.

      Si nos centramos ya en los poemas, encontramos en esta selección un interesante coherencia en el tema que se plantea y en los recursos estilísticos que se ponen en marcha. Fijándonos primeramente en su temática, es necesario destacar la mirada rupturista e irónica que se nos lanza sobre una de las cuestiones más abordadas por la literatura de todos los tiempos: el amor. Si buena parte de nuestras letras han depositado en el sentimiento amoroso una infinita capacidad para crear héroes y heroínas, Milena Rodríguez deconstruye calmadamente esta imagen salvadora, pero partiendo desde la extensa mitología que esa historia de la literatura nos ha legado, utilizándola, asentándose en ella, para descubrir sus grietas profundas.

      Esta escritora cubana (que reside desde hace varios años en Granada) hace aparecer en sus poemas personajes clásicos de la temática sentimental, casi siempre provenientes de las narraciones infantiles: príncipes, princesas, sirenas y navegantes… Estas figuras personifican una reiterada promesa asumida, ingenuamente, desde la niñez de encontrar en el amor una fuerza milagrosa. Ahora bien, con el paso del tiempo, toda esa mitología se convierte en un ansia

(Continúa en la página 78)