Adarve..., n.º 1 (2006)                                                                                                                              Pág. 24

El tiempo indultado

Santiago FABREGAT BARRIOS

(IES “Sierra Mágina” de Huelma, Jaén.

Grupo de Investigación Estudios de Literatura Hispánica de la Universidad de Jaén)

Portada             Índice             Página anterior             Página siguiente

      Hay reencuentros inesperados que producen en nosotros una inevitable y demoledora sensación de tiempo transcurrido. De repente, al hallarnos ante ciertas personas o al regresar a determinados lugares que durante un espacio vital prolongado permanecieron en nuestras mentes apenas como recuerdos inertes, se rompe el falso equilibrio de aquella foto fija que conservábamos arrinconada. Entonces, el tiempo se convierte, con brusquedad, en una poderosa corriente circular que fluye alternativamente entre lo exterior y lo interior, de manera que la antigua fotografía se transforma, de manera paulatina, en una nueva imagen que casi siempre nos perturba y que no pocas veces somos incapaces de aceptar. Ha pasado el tiempo, último culpable, al parecer, de ese extrañamiento que nos produce la nueva imagen construida.

      Cuando lo que interesa al poeta es por encima de todo el ser humano, “ya sea tomado de uno en uno, de dos en dos, o de a montón” (Frau, 1995: 12), esa corriente de desazonada sorpresa de la que antes hablábamos alumbra poemas como esta Glosa, escrita por Juan Frau un par de años después de que saliese impreso su hasta ahora único poemario publicado, Travesía (1995), con el que obtuvo el primer Premio de Poesía correspondiente al I Certamen Literario de la Universidad de Sevilla (1994).

      Una primera lectura de Glosa sorprende lógicamente por la acumulación literal de un material poético procedente de media decena de clásicos de nuestra Edad Media y Siglo de Oro con los que el autor se atreve a coquetear de forma abierta y aparentemente desenfadada. Para abordar tal intento y salir venturoso de la empresa, resulta imprescindible hacer gala no sólo de un ágil y acabado tratamiento del lenguaje, sino también de la capacidad para forjar en la mente una idea clara y distinta que justifique el empleo de semejante material poético. Juan Frau demuestra que posee cumplidamente ambas facultades.

      Antes de avanzar algo más en la interpretación de Glosa, y por abordar cuanto antes el tema de los referentes literarios aludidos en el texto, detallaremos que ―como el lector ya habrá advertido― éstos se corresponden con escritos de Garcilaso de la Vega, Luis de Góngora, Jorge Manrique, Quevedo y Lope de Vega, siguiendo un orden directamente proporcional al

(Continúa en la página 25)