¿EN QUÉ CONSISTE? 

  Una de las principales características de nuestro tiempo es que todas las cosas pasan muy deprisa. Lo que nos anunciaban que tendría lugar en el futuro, no te das cuenta y ya es una realidad en el presente. Pero no siempre nosotros nos preparamos mental, convivencial, estructuralmente a la misma velocidad y, entonces, los acontecimientos nos sobrepasan. Hasta hace sólo algunos años, las culturas se ubicaban en diferentes espacios geográficos. Las estudiábamos en la escuela, en los diversos documentales de televisión o en revistas especializadas.            

        Nos podían parecer más o menos interesantes, pero casi siempre nos despertaban mucha curiosidad. Pero actualmente, en espacios geográficos muy estrechos, por ejemplo una ciudad, una comarca, etc., conviven culturas diferentes. Esto ha hecho que muchas cosas hayan cambiado; entre ellas, que las culturas ya no sean sólo un motivo de estudio o de investigación, sino sobre todo, un motivo de convivencia.

A pesar de que hace tiempo que intuíamos que esto sucedería, parece como si este fenómeno de la interculturalidad haya sorprendido a la mayoría de los ciudadanos. Hasta hace pocos años, para acercarnos a otras culturas, etnias o religiones, teníamos que salir a encontrarlas, viajar, desplazarnos al lugar de origen. Era más una opción que una necesidad. Hoy en día, acercarse a otras culturas y religiones, a otras cosmovisiones, ya no es algo opcional, sino vital e imprescindible para una convivencia social pacífica. Ahora, pues, urge que entre todos encontremos unos fundamentos sólidos y lo más universales posibles para la interculturalidad que vivimos, base necesaria para una convivencia pacífica y enriquecedora.


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